Al asomarme por la ventana, un vestido blanco y delgado rompe entre el campo de flores, amarillas, blancas y moradas rodean unas piernas delgadas y cortas, vienen a mi posición, se quién eres, pero me fascina pretender que no te conozco, salgo al porche, casa de madera, rechinando entre años, una banca en el fondo y el vestido postrado, observando pasar las gaviotas de una mañana frente al mar, me siento a tu lado, te miro, me besas, me tomas de la mano y corremos a un sauce, al otro lado del campo. Tu rostro recae sobre mi pecho, susurras el ritmo de mi corazón, de mi vida por ti, escucho el siseo del aire que pasa por entre el follaje de este árbol, la tierra es húmeda, el sol acaricia, los pétalos de aquellas flores, con suaves movimientos, cual artista pinta su obra más delicada.
Levantas la mirada, postras tus manos sobre mis mejillas, sonríes con inocencia, tus ojos brillan, respiras profundamente atrayendo a ti la inspiración, la paz y el olor curativo del campo, las olas abrazando los arrecifes y las gaviotas cantando orquestan tu voz, “hoy más que nunca, deseo que no despiertes, aquí en este mundo eres tan mío como yo de ti, este mundo es el real, lo demás es tu pesadilla. ¿Adónde iremos a parar?
Piel de seda, ojos de punta de cielo, manos de muñeca, cuerpo de niña, besos de miel de sabores, cabello en forma de dunas de un jardín colgante, labios de sonrisa hilarante, formas de sabores tersos, de formas irregulares, y de ideas adyacentes, un cuerpo que me permite ver el conejo de la luna, me permite imaginar, la espuma del mar rodeando tus tobillos, dedos tímidos bajo el cobijo de las sales y arena, me concede el poder de soñar, soñarte, soñarnos.
Hay cascadas de cincuenta metros, que me muestran el poder de tu mirada, la presión que ejerce sobre mi pecho, que no permite respirar, como si la montaña rusa fuese de caída y el aire aguarda su turno de mostrarte un día más. El calor de las sabanas, huele a sueños contigo, la forma del sillón, te imagina a ti velando mi dormir, la olla de té, dice te extraño, las llaves de la puerta resoplan en el viento, llamándome a tu encuentro, las hojas de Jazmín, acarician la pared sienten la tierra que les da vida y al son de un latido dicen tu nombre.
La mirada perdida, un recuerdo, y una sonrisa en solitario, recordando, que ayer, como hoy y hace dos meses, no dejo de ser quien no deja de preguntar ¿y porque hasta hoy, el porqué después de tanto? El aire resopla sobre mi espalda, masajea mis hombros, me imagino su seda, tu cuerpo, aire que sopla, aire que acaricia mi rostro beso que imagino, besos que vuelan con destino fugaz, besos que reservo para ti esta tarde, o mañana, tal vez cuando sea más valiente de mi.
Un quisiera me toma del brazo, cruzamos la calle, tomamos un móvil, y vamos allá, un espero, susurra el destino, veinte minutos, pero siempre en una galaxia distante, un ojala me promete un final feliz, un final alternativo, un final de óscar, un te quiero se enmudece a la postre de la realidad, realidad que enmudece, realidad que murmura, realidad que persiste.
Te siento un pequeño instante, el calor de tu mejilla, el sonido de tus labios, el afán de tenerte, un hola, de tu parte, un te quiero por siempre así, de la mía, un lastima de la brisa de los árboles y un tal vez de los rayos del sol. Ayer un dia que no te tuve, un día que compensare, ayer un día triste, distraída, no prestaste atención que moría por besarte una vez más, ayer, podía comer, podía beber pero seguía sintiéndome sin alma, sin ser, sin recuerdos, y con poco enfoque, enfermo pero no para los doctores, solo necesito una inyección diaria de labios, y un té, quiero de la reserva de la abuela.
Contraproducente es la ultima hora, te beso, pero digo adiós, me enamoro, me agarro a tu estela, pero sigo soñando, solo espero despertar de camino a casa, balbuceos al frente del salón, dos asientos a mi derecha, muestran el rumbo de mi vida, envidio al bolígrafo, roído por los dientes de una tarde sin nada que hacer, narrando el mundo guiado cual orquesta por tu ser, quiero ser quien tu ojos vean, quiero mover el mundo a tu paso, mostrarte la torre Eiffel, escuchar un flamenco, recargarte sobre la torre de Pisa y besarte 12 veces, al medio día frente a la torre del palacio de Westminster. Murmullos de la mente a la par de un noche más, que tú caminas a la incertidumbre de verte mañana, hasta mañana bella.
Noche sin sabor, chocolate en los pies, lluvia en el techo y sobre mi espalda; frio en la ropa, pies, manos, llueve adentro ¿Dónde estoy a salvo?, un baño salva mi vida de una tos, que me evite acercarme a ti, y saludarte, gotas recorren mi cuerpo, resbalan por los brazos, y fallan intentando sujetarse a mis dedos, son como yo tratando de olvidarte, tratando de amarte menos, tratando de dormir hoy sin vivir contigo.
No importa cuán lejos este de ti, cuan imposible sea tenerte, cuan larga sea la espera, te querré, a la esperanza de que en alguna noche, llames diciendo, “no es un sueño, te quiero”.